viernes, 4 de mayo de 2012

Prólogo (II)

Desgraciadamente para el mundo, esto no era más que el principio. Las ratas llegaron desde Francia por las alcantarillas y fueron imposibles de detectar. Atacaron al unísono toda la península ibérica. Más del sesenta por cierto de la población fue mordida por las ratas. Hubo muchas víctimas mortales. Unos porque se suicidaron, otros porque se ahogaron en ese río de pelos con patas, otros muchos murieron en accidentes de tráfico.

            Fue una catastrofe. Nadie sabe porque los otros paises de la Unión Europea no avisaron del inminente ataque que se acercaba a España. Ni siquiera los medios de comunicación en días anteriores, informaron sobre ningún ataque en cualquier otro país de Europa. Quizá por vergüenza los gobiernos lo ocultaron o quizá porque no le dieron importancia.

            Curiosamente, las ratas no causaron daños ni en el sector agricola ni el ganadero. No mordieron a nada que no fuese humano. Las fuerzas de seguridad del estado no actuaron hasta pasadas las 5 horas del ataque, puesto que no se podía pisar la calle sin ser arrollado por las ratas. A pesar de que pudieron usar los helicopteros, les fue imposible cubrir tantos frentes abiertos. Fue todo tan repentino, que les costó elaborar una estrategia. Al cabo de unas ocho horas desde que empezó el ataque, las ratas murieron en el acto, como fulminadas por un rayo. La gran mayoría de ellas, volvieron a meterse en las alcantarillas y no volvieron a aparecer. Literalmente desapareció todo indicio de que una vez existieran ratones en España. Como ya he dicho, se desconoce lo que pasó en los otros paises.

            Después del ataque, lo único que quedaba eran miles de ratas muertas esparcidas por las calles de toda España y Portugal. Aquella noche nadie durmió. Todo el mundo permaneció asustado y encerrado bajo llave en sus casas. Mirando continuamente los telediarios, como si fuesen a decir algo diferente a lo que ya habian dicho. Osea, nada. El mundo entero estuvo en silencio esa noche. Asustados, temiendo por los más debiles. Nadie sabía si lo de las ratas habia sido un ataque biológico por parte de los otros países, pues eso explicaría el porqué de no haber sido informados de lo que se les venía encima.

            Aquella noche, muchos amantes decidieron pasar la noche juntos. Amándose como si no fuese a haber mañana. Un sentimiento de caducidad flotaba en el aire. Como si todo fuese a terminar mañana. Algunos preferian despedirse y aprovechar cada segundo como si fuese el último. Otros vivian con miedo, abrazados a sus hijos y a sus mujeres. Ya no existía la falsedad. Ya nada se ocultaba. Quizá mañana llegase ese “algo que hacia huir a las ratas” y acabaria el mundo, de modo que no era tiempo para mentiras, ni de tristeza. Esa noche no.

            Cuando un niño le preguntaba a su madre: “Mamá, ¿vamos a morir?” La madre contestaba dandole un fuerte abrazo: “Puede que sí cariño. Pero no te asustes, que mamá estará contigo hasta el final.”

            Puede parecer algo cruel y desalentador, pero algo era seguro…

            Fernando hubiese estado orgulloso del amor que se respiraba aquella noche.

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